16 de junio de 2008

-¿le ofrezco té, café, mariachis? es que antes podía hacerle todo tipo de preguntas y oraciones y ritmos y nombres en su honor y nuestras conversaciones eran los versos del delirio más clarificasteis de todos. Un día ya no sabía si la sorpresa era mi amiga o enemiga y te decidiste a confesarte conmigo, a sincerarnos un poco más y ese destello de incoherencia y realidad se apagó y un bloque negro y silencioso dejaste en mí. No entendí si te burlaste, si me quisiste pero a quién le importa si lo único que anhelo sos esas increíbles palabrejas de psicodelia que me enredaban ¡qué risas!, ¡qué imaginación! los charlatanes, oh que recuerdo que no logro recuperar, es que mis sílabas están intimidadas y si me tropiezo no podré levantarme, me darás una mano, seca y compromisada, y no te revolcarás conmigo sin darle importancia al mundo, solamente nuestras locuras. No entiendo, dulce y sinceramente, por qué alterar nuestra armonía, por qué hacer que me importaras, si todo andaba como quien la cosa, en la nada absoluto y yo, termine, también como engaña pichanga y bue... el final lo sabemos todos.





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Mis carnavales... (son canívales y amantes)