11 de julio de 2008

Juntos nos hacíamos buches de aire y dueños de nosotros mismos. Todas las noches era lo mismo: después de lo cotidiano, no nos engañabamos e íbamos a lo concreto. Un día duro y su noche dura, salvo los viernes, que era el que nos juntábamos. Entrelazábamos mutuamente los brazos para ir corriendo a la cama y hacer de ella los baches mas indesisos. Todo cesaba cuando hacíamos el acto de más codominancia, nos metíamos abajo de la sábana y esperabamos. Nunca entendimos bien qué esperabamos, pero nosotros por las dudas dejabamos pasar las horas hasta que casi, sin querer, sucedía. Abajo de la tela que nos cubría, había un mundo completamente nuevo. Era poco sobrio pero a veces me miraba a mi mismo en ese universo paralelo y notaba que mi cara era mucho mas cuadrada de lo que era en la vida real. Las cosas cuadradas nunca me gustaron porque tienen muchos lados, entonces uno cuando menos se lo espera puede cambiar de opinion absurdamente. Muchas otras de las tantas cuantitades que miraba es ese entorno era en este caso tus facciones y rasgos de tu cara. Dabas a entender una gran sonrisa implícita, anonadada, no entendías esa atmósdera subterránea en donde todo y la nada ocurrían. Cuando amanecía nos contábamos nuestras viciones, las tuyas se parecían entre sí, a diferencia de las mías que nunca había relación alguna. Me contaste muchas veces del galpón de ladrillos descastados, con el volante de le chat noir. El gato te saltaba al brazo y te mencionaba (...). Yo siempre veía las cosas que te decía, pero nunca te las contaba para que sigas con la intriga de lo que pasaría. Una y tantas veces nos perdíamos y los viernes ya no eran viernes, ya deseabamos que fueran la mismísima actualidad y que nos perdamos en las sedas vos con tu gato, yo con las otras versiones raras del desenlace de la historia. Amábamos a esa dulcinea oscura y un día quisiste hacerte el loco y ahogarme con la misma manta. me encerraste en la cama, y si pasaba mucho tiempo ahí abajo me quedaría sin aire pero entusiasmado con el paisaje no me resistiría. En ese momento yo empezaba la etapa rem y me dejaba llevar una vez más sin sospecharte. Tu gato se me acercaba esta vez ami para arañarme. Mil pieles mias salían pordoquier y eran rasgadas por el filo bil. Ensangrentado, corría, pero cada vez me iba fatigando más dejandome caer. Necesito matar a ese gato, me decía psicótimaente sin dejar de correr. Los tobillos no me aguantaban y ya era en vano correr cuando lo logré. Agarre a ese felino inverve, lo maté y me desperté. Que loco era verte rodando por el piso.

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Mis carnavales... (son canívales y amantes)