12 de octubre de 2009

Si tuviera que dibujar mi cuerpo estoy increíblemente orientada
empezando desde abajo, porque siempre que se habla de uno se empieza desde bien abajo, con los piez chuecos, las piernitas flaquitas y destapadas perdiendo tu calorro, las caderotas, la panza, los pechos, toda una humana completita, y en la cabeza un gran remolino que se llama manuel y que decae en un enredo de pelos rubios, dientes afilados y apretados, que me atan las manos y me ahogan la garganta.

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